miércoles, 11 de julio de 2012

Nuestro seminario: Sida (VIH)




"Puede ser un héroe tanto el que triunfa como el que sucumbe, pero jamás el que abandona el combate." Tomás Carlyle 

Historia para reflexionar: (De rosa azul a rosa negra.)
Tania esperaba con ansiedad el día de la llegada de su cumpleaños pues significaba para ella la aventura de poder embarcar en un barco de quinceañeros/as que pasarían una semana de crucero. Allí contaba hacer amigos y conocer a mucha gente, y así fue. Llegó el día tan esperado y ya desde el barco vio con mucha alegría que se empezaba a separar del puerto, dejando atrás no sólo el puerto sino que también muchas ataduras por parte paterna y materna, que durante una semana no la sujetarían. Decidió dar una vuelta a ver que se encontraba por allí, y al girar en una esquina chocó contra un jóven. Aparentemente parecía de su misma edad, era muy guapo y tenía muy buen cuerpo, a ella le pareció alguien increíble. Juntos se rieron y sin darse cuenta empezaron a hablar y a hablar como si se conocieran de toda la vida. Ella estaba contentísima, pues le parecía que estaba viviendo un sueño, y todos los días los pasaban juntos hasta que por fin ocurrió lo que ella más estaba deseando, le dio un beso. 
A partir de ese día todas las mañanas al despertarse se encontraba al lado de su cama una bonita rosa azul, con una nota que decía: Para mí eres mi rosa azul. Te quiero. En todo el día no había cosa que más deseara que volver a encontrarse a quien ella consideraba su ángel. Pero todo lo bueno se acaba, la última noche el jóven le dijo que se alegraba de haberla conocido, y que no la iba a poder olvidar nunca, y que para él era muy importante, y sin darse cuenta esa última noche Tania le acabó por dar lo más valioso que tenía, su virginidad.  
A la  mañana siguiente al despertarse comprobó que estaba sola, y a diferencia de las demás mañanas no había una rosa azul, si no un cofre además de una nota adicional. Se que nunca te olvidarás de mí, pero no abras este cofre hasta llegar a casa, no me busques tampoco, pues ya me he despedido de ti. Ella lo buscó, a pesar de todo y no lo encontró. Tan pronto entró nuevamente a su  casa, subió rápidamente a su habitación y allí abrió el cofre que no había soltado en ningún momento. En el encontró una rosa, pero esta vez era una rosa negra y marchita y enganchada a sus espinas había una nota que decía: 
Ya no serás más una rosa azul, bienvenida al mundo del sida.

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